Intenté salir. Intenté verme agradable. Soy una misión
imposible. En estos últimos cuatro meses trato de jugar al vampiro y no reflejarme
en el espejo. Además de verme como una
tabla de planchar, tengo la sensación de estar en medio de una explosión
hormonal de arrugas. Cuando salí del departamento todo estaba de maravilla. En
el ascensor, todo seguía igual. Los primeros pasos en la calle comenzaron a
molestarme. Y cuando llegué a completar menos de treinta metros, me desperté antes de la
pesadilla y encontrarme con ESO. Otra vez los sonidos comenzaron a ser más
fuertes y empezaba a faltarme el aire. Así que evité avanzar casilleros y volví
sobre mis pasos. Vi como Don Florindo, el portero, miraba culos mientras
repasaba los vidrios y extrañamente sentí alivio. Iba a subir por las escaleras, pero
se me ocurrió preguntarle:
- Florindo, ¿el edifico es
apto profesional, no?
- Sí, ¿por qué?
Qué curioso que sos Florindo,
¿estás seguro que tenés pito?
- Por urgencias, ¿me podría
anotar a qué se dedica cada uno
en un papelito?
- ¿Buscás uno en particular?
en un papelito?
- ¿Buscás uno en particular?
Chusmatología para sacarte turno.
- No, para saber.